miércoles, 13 de enero de 2010

Estado de La Coruña durante la elecciones de febrero de 1936

Si antes de las elecciones de Febrero la convivencia se hacía muy difícil debido a los insultos, coacciones y amenazas consentidas o mandadas por las autoridades del Frente Popular, después de las elecciones se agrava la situación de forma tal, que la vida se hace completamente imposible.

Esta etapa que pudiéramos llamar de agudización terrorista, empezó con motivo del escrutinio electoral.

Convencidas el 18 de febrero las izquierdas, de que estaban ahogadas en toda la provincia de La Coruña donde las derechas les hubieran llevado once o doce puestos, quedándoles a ellas sólo cinco o seis a lo sumo, prepararon el ataque y lo desarrollaron en la forma siguiente:

El día 19 se presentaron en el Gobierno Civil casi todos los candidatos del F. P., seguidos de una chusma no muy numerosa, para denunciar ante la primera Autoridad de la provincia, que en Arzúa y Órdenes las actas habían sido robadas por las Derechas (1), y que era necesario designase para comprobar esta denuncia, a los delegados cuyos nombres ellos les darían.

Lo hizo así el Gobernador, e hizo todavía más: les entregó el Gobierno y se marchó a su casa.

Posesionados ya de las principales dependencias del Gobierno los intrusos visitantes, llegaron a éste los candidatos derechistas Sres. O'Sea y Cornide, que fueron inmediatamente detenidos y vigilados por guardias rojas, hasta las diez de la noche en que les permitieron salir, no sin antes haberles hecho gustar varias veces la sensación de que iban a matarlos (2).

Con objeto de arreglar un poco el desbarajuste inherente a la falta de autoridad reconocida (3), se designó un comité integrado por un representante de cada uno de los cuatro partidos que formaban el F. P., comité que apenas si hizo otra cosa más que enviar una nota a la prensa dando cuenta de su constitución (4), pues, a poco, surgieron discrepancias, quedando como única autoridad (nombrado Gobernador interino) el Sr. Suárez Ferrín, que fue el encargado de firmar la destitución del Jefe de Correos y cartero mayor (por negarse éstos a hacer determinadas entregas que les exigían) y de extender el nombramiento de otros que se prestaran a ello, y a permitir el cambio de las actas en los distritos de Negreira, Órdenes, parte de Muros, Noya, etc., etc. (5).

A partir de entonces, y en la tarde del mismo día 19, comenzaron las manifestaciones tumultuosas seguidas de una serie de salvajadas que nada tenían que envidiar a las de la semana trágica de Barcelona.

El pánico en La Coruña fue enorme, y la cobardía estaba a tono con el pánico.

Momentos hubo de cerrar todo el comercio y huir despavoridos de las distintas sociedades, los ciudadanos valientes, abandonando en su huida para más libremente correr, bastones, sombreros, gabardinas y otros objetos.

Las turbas, dueñas de la calle, acometen, hiriéndolo, a un Teniente de Asalto; hacen lo mismo con un redactor de "El Ideal"; se incautan del edificio de los Luises izando la bandera roja y colocando en su fachada un gran cartelón en que se leía: "Casa del Pueblo"; ponen fuego a la iglesia de los Redentoristas; tratan de incendiar la antiquísima de la parroquia de Santiago (Siglo XII), y la Colegiata (Siglo XIII), que milagrosamente se salvaron de las llamas; asaltan el día 20 a las seis de la mañana la iglesia de los PP. Jesuitas en la que roban dos copones (uno de ellos con las formas consagradas), profanan las aras, se apoderan de un cáliz antiquísimo y un viril, destrozan imágenes, crucifijos, candelabros, misales y casullas, para terminar rociando el inmueble con bencina y pegándole fuego, en el que quedan destruidas las sacristías y un altar.

No crea el lector que todos estos incendios eran luminarias de antorchas en fiesta conmemorativa del triunfo electoral. No. ¡Eran siniestros resplandores de hoguera crematoria, en amenaza satánica para imponerlo! ¡Se estaba aún verificando el escrutinio en la provincia, y había que animar con clamoreo salvaje y sacrílegas llamaradas a los actores de la farsa, para que no decayeran en su papel!

El procedimiento fue de magníficos resultados. El 24 terminó el escrutinio que confería el triunfo a las izquierdas (aunque para ello hubiese que volcar dos distritos enteros, dando en alguno mayor número de votantes que de electores) y se hiciese necesario apelar en otros a la sustitución y falsificación de las actas.

(1) La verdad de lo sucedido era esta: El Gobernador Sr. Cobreros, había realizado los mayores desafueros para lograr la victoria de los siete candidatos centristas, enviando Guardias de Asalto y delegados gubernativos que asaltaron Correos en varios Ayuntamientos y robaron las actas. Fracasados (a pesar de todo) sus propósitos, se entregó completamente a las izquierdas.

(2) Al que quiera formarse una idea de la clase de gente que había entrado en el Gobierno Civil, le bastará saber, que, entre otras cosas, han desaparecido, el sello del Gobierno, la estilográfica del secretario y 22 pesetas de gastos de material, que había en un cajón.

(3) Había tantos gobernadores cuantas eran las personas que merodeaban por el gobierno.

(4) La censura se ejercía de forma implacable. A "El Ideal Gallego" llegaron incluso a tacharle una crónica de "Fides" referente a las misiones entre infieles. ¿Se darían por aludidos?

(5) Estas actas se echaron el día 19 por el buzón de Correos de La Coruña.


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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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